sábado, 25 de noviembre de 2006

los faros






De todos aquellos que alumbraron los mares de la antigüedad, tan sólo uno perdura y persiste en su empeño de guiar a los navegantes.


Antes acompañada en la lejanía por el faro de Alejandría, sola hoy, la Torre de Hércules se mantiene erguida desde tiempos de Trajano ante el Atlántico, desafiando sus envites, iluminando sus aguas en la noche, cual columnae robusta y firme que, tal y como ya nos contara José Cornide, por el capricho de la lengua romance, dio nombre a una ciudad volcada al mar que, en otra época, hubo de combatir las naves de la Pérfida Albión, y a su almirante Drake, después pirata.


Impertérrita, aunque no siempre indemne, ha sido, sin poder evitarlo, testigo de guerras irmandiñas, naufragios y terribles mareas negras envueltas en llamas, de cuyos restos a sus pies dejaron las olas los maltrechos y oxidados restos del mar Egeo, como si el mar hubiera querido escupir ante nuestros ojos el que ha de ser recuerdo permanente de sus heridas, de lo que nunca ha de volver a ocurrir y, sin embargo, recurre, cíclicamente, ante la impasiva mirada de los dioses celtas desde su Olimpo arrasado también por las llamas.




Bien merece "La Columna", "La Torre" formar parte del Patrimonio de nuestra Humanidad.


mareas

Es curioso el poderoso influjo de la luna...